SALUD PÚBLICA
Varias investigaciones
Los fumadores de cigarrillos electrónicos tienen más dificultad para dejarlo
Un hombre fumando un cigarrillo electrónico.
ALBERTO DI LOLLI
EL MUNDO
A pesar de que se proponían como un paso previo para dejar el tabaco,
parece que el consumo de cigarrillos electrónicos engancha todavía más
que los clásicos. Así lo constata un estudio que ha evaluado a 1.000
fumadores durante un año. Y no sólo eso, otra investigación alerta del
riesgo que suponen los saborizantes, pues algunas marcas superan los
límites recomendados, lo que genera una irritación respiratoria.
Según un equipo de médicos de la Universidad de California los usuarios de e-cigars tenían un 59% menos de probabilidades de dejar de fumar tabaco normal que aquellos que no vapeaban.
Ni siquiera les ayudaba a reducir el consumo de cigarrillos
convencionales. De hecho, eran un 49% menos propensos a disminuir el
número de los mismos.
Los cigarrillos electrónicos lideran desde hace tiempo un acalorado debate entre sus detractores y sus defensores, quienes argumentan que ayudan a dejar de el tabaco tradicional. Sin embargo, dados los resultados del estudio que la revista American Journal of Public Health ha hecho público esta semana, esta afirmación es errónea.
"Necesitamos más investigación para explicar por qué no lo consiguen. Una hipótesis es que los vapeadores
reciben dosis de nicotina a través de los cigarrillos electrónicos",
apunta Wael Al-Delaimy, autor del trabajo y profesor de salud pública
global en el departamento de medicina de familia y salud pública de la
Universidad de California. Aunque este producto no contiene tabaco,
señalan los expertos, los usuarios exhalan una mezcla de compuestos orgánicos volátiles, metales pesados y partículas ultrafinas con nicotina.
Al-Delaimy apuesta por presentar este estudio a la Agencia Americana
del Medicamento (FDA) y otros organismos reguladores, con el objetivo de
sumar evidencias que apoyen el desarrollo de una normativa más
estricta. El año pasado, por ejemplo, Los Ángeles decidió someter a este nuevo tipo de cigarrillo al mismo régimen que el tabaco.
Es decir, está prohibido usarlos en la calle, parques, restaurantes,
bares y en la mayoría de los lugares de trabajo. Según un reciente
informe del Departamento de Salud Pública californiano, los e-cigars "constituyen una amenaza para la salud",
sobre todo para los niños, por lo que deben ser regulados como los
productos de tabaco. Señala que emiten sustancias químicas cancerígenos y
que adicionan a la nicotina, aunque aún falta investigaciones sobre sus efectos a corto y largo plazo.
Sustancias aromatizantes
Además de estas sustancias peligrosas para la salud, otra investigación publicada esta semana en la revista Tobacco Control
ha encontrado también que los niveles de los productos químicos
utilizados para dar sabor a algunas marcas de líquido de los cigarrillos
electrónicos superan los límites de exposición recomendados, hasta el
punto de causar irritaciones respiratorias.
Un equipo de expertos de la Universidad de Portland (Oregón, EEUU)
analizó los productos químicos aromatizantes de dos marcas desechables
de un solo uso en sabores diferentes de tabaco, mentol,
vainilla, cereza y café y los mismos sabores en botellas de relleno,
además de chocolate/cacao, uva y manzana, entre otros.
Utilizando una tasa de consumo de alrededor de 5ml/día, afirman los
investigadores, habría una exposición al doble de los límites de
exposición recomendados de benzaldehído y vainillina con los productos
analizados. "Además, se pueden generar productos de degradación tóxicos por reacción
de los productos químicos de sabor a las altas temperaturas presentes
al consumirlos", advierten los autores del trabajo. A su juicio, se
necesitan normas que incluyan un listado de los ingredientes
obligatorios (estos no suelen aparecer en el etiquetado) y límites a los
niveles de ciertos aromatizantes".
Son precisamente aspectos como los sabores los que atraen el interés
de los jóvenes que nunca han fumado. Según otra publicación de la
revista Bristish Medical Journal Open,
basada en dos encuestas realizadas en Reino Unido (en 150 escuelas de
Gales, con casi 11.000 niños) en 2013 y 2014, entre los 10 y 15 años, el
consumo de cigarrillos electrónicos al menos una vez era más común que
haber fumado un cigarrillo convencional.
El 5,8% de los menores entre 10 y 11 años había probado los
cigarrillos electrónicos mucho más que los que habían probado el tabaco
(1,6%). La proporción era mayor (12,3%) en los adolescentes entre 11 y
16 años. Sin embargo, sólo el 1,5% de los menores entre 11 y 16 años
admitía un consumo regular, es decir, pocos se convertían en
consumidores habituales.
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